Mezclar, hornear, reposar y a disfrutarla, no tiene mucho más. Además del sabor, también es muy destacable su textura, que según si la horneas más o menos tiempo quedará más desmigada o por contra más compacta, pero muy rica en ambos casos. Es una de esas tartas ideales para preparar incluso quienes no han elaborado nunca una, siempre queda de 10.
Ingredientes:
- 600 gr de queso crema.
- 4 huevos L.
- 300 ml de nata líquida para montar (mínimo 35% materia grasa). Debe estar bien fría, recién sacada de la nevera.
- 180 gr de azúcar blanco.
- 1 cucharada sopera rasa de harina de trigo o de maicena.
Preparación
Precalentamos el horno a 200º C con calor arriba y abajo (sin ventilador).
Para preparar la mezcla puedes utilizar varillas manuales, varillas eléctricas o un robot amasador. Hay que intentar no introducir aire en la mezcla por lo que el batido no debe ser muy exagerado sino simplemente para mezclar los ingredientes.
Empezamos batiendo el queso crema hasta que no tenga grumos y el aspecto sea de una crema homogénea.
Añadimos el azúcar y batimos hasta que esté bien integrado, apenas 2-3 minutos.
Vamos cascando los huevos y añadiéndolos de uno en uno: cuando un huevo ya se haya integrado en la mezcla, añadimos el siguiente.
Incorporamos la harina y mezclamos de nuevo hasta verla desaparecer.
Por último echamos la nata y mezclamos bien hasta que el resultado sea totalmente homogéneo.
Cortamos una buena cantidad de papel de horno, que sepamos que va a rebosar del molde (que debe ser desmontable), lo arrugamos y lo ponemos cubriendo el molde, así arrugándolo se adapta mejor.
La idea es que las paredes del molde queden de sobra cubiertas porque la tarta sube bastante en el horno y así se evita que se salga.
Vertemos la mezcla en el molde y lo introducimos en el horno a altura media.
Horneamos la tarta unos 40 minutos si la quieres de textura suelta
o unos 50 minutos para que quede más compacta.
La vigilamos a partir de los 30 y si se está dorando mucho por encima la cubrimos con papel de aluminio y seguimos horneándola.
Cuando esté lista abrimos un poco la puerta del horno y dejamos que se enfríe lentamente durante 4 o 5 horas.
Cuando esté a temperatura ambiente la metemos en la nevera y la dejamos reposar de un día para otro.
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