Una tarta fresca, con una textura suave y un delicioso sabor a piña. A pesar de llevar leche condensada entre sus ingredientes, no es pesada. Su elaboración es sencilla y queda mejor consumida de un día para otro, pues se asientan sus sabores y está aún más rica.
Ingredientes:
- 1 lata de piña en su jugo grande
- 75 gr de azúcar
- 1 bote de leche evaporada
- 2 sobres de gelatina de piña
- 1 lata pequeña de leche condensada
Preparación
Abrimos la lata de piña, retiramos el jugo y lo reservamos. Reservamos también cuatro rodajas de piña para decorar y troceamos las otras rodajas en cubitos.
Ponemos en un cazo el azúcar y lo calentamos a fuego medio para que se convierta en un caramelo rubio. Una vez lo tengamos retiramos del fuego y vertemos el caramelo en un molde redondo de unos 24 cm de diámetro. Ponemos encima las rodajas de piña que teníamos reservadas enteras, separadas entre sí.
Ponemos en un cazo la leche evaporada y la llevamos a ebullición. Retiramos del fuego cuando empiece a hervir y vertemos los sobres de gelatina de piña. Removemos bien con unas varillas para integrar bien la gelatina.
Incorporamos la leche condensada y mezclamos bien. Vertemos el jugo de piña que teníamos reservado y mezclamos.
Por último, incorporamos los trozos de piña troceada e los integramos con la masa.
Vertemos la mezcla en el molde y reservamos la tarta de piña con leche condensada en la nevera durante 6 horas o de un día para otro.
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