𝗟𝗮 𝗴𝗮𝘀𝘁𝗿𝗼𝗻𝗼𝗺𝗶́𝗮 𝗲𝘀 𝗲𝗹 𝗮𝗿𝘁𝗲 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗽𝗿𝗲𝗽𝗮𝗿𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗱𝗲 𝘂𝗻𝗮 𝗯𝘂𝗲𝗻𝗮 𝗰𝗼𝗺𝗶𝗱𝗮. 𝗟𝗮 𝗽𝗮𝗹𝗮𝗯𝗿𝗮, 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝘁𝗮𝗹, 𝗽𝗿𝗼𝘃𝗶𝗲𝗻𝗲 𝗱𝗲𝗹 𝗴𝗿𝗶𝗲𝗴𝗼 𝝲𝝰𝞂𝞃𝞀𝝾𝝼𝝾𝝻𝝸́𝝰 (𝗴𝗮𝘀𝘁𝗿𝗼𝗻𝗼𝗺𝗶́𝗮). 𝗟𝗮 𝗴𝗮𝘀𝘁𝗿𝗼𝗻𝗼𝗺𝗶́𝗮 𝘀𝗲 𝗰𝗼𝗺𝗽𝗼𝗻𝗲 𝗱𝗲 𝘂𝗻 𝗰𝗼𝗻𝗷𝘂𝗻𝘁𝗼 𝗱𝗲 𝗰𝗼𝗻𝗼𝗰𝗶𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼𝘀 𝘆 𝗽𝗿𝗮́𝗰𝘁𝗶𝗰𝗮𝘀 𝗿𝗲𝗹𝗮𝗰𝗶𝗼𝗻𝗮𝗱𝗮𝘀 𝗰𝗼𝗻 𝗲𝗹 𝗮𝗿𝘁𝗲 𝗰𝘂𝗹𝗶𝗻𝗮𝗿𝗶𝗼, 𝗹𝗮𝘀 𝗿𝗲𝗰𝗲𝘁𝗮𝘀, 𝗹𝗼𝘀 𝗶𝗻𝗴𝗿𝗲𝗱𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲𝘀, 𝗹𝗮𝘀 𝘁𝗲́𝗰𝗻𝗶𝗰𝗮𝘀 𝘆 𝗹𝗼𝘀 𝗺𝗲́𝘁𝗼𝗱𝗼𝘀, 𝗮𝘀𝗶́ 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝘀𝘂 𝗲𝘃𝗼𝗹𝘂𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗵𝗶𝘀𝘁𝗼́𝗿𝗶𝗰𝗮 𝘆 𝘀𝘂𝘀 𝘀𝗶𝗴𝗻𝗶𝗳𝗶𝗰𝗮𝗰𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀 𝗰𝘂𝗹𝘁𝘂𝗿𝗮𝗹𝗲𝘀.


Cocinar es una actividad que permite unir a la familia en torno a la cocina y a la mesa, preparar platos diversos y aprovechar el tiempo libre en una actividad provechosa. Cocinar pone a prueba tu habilidad, tu creatividad y la capacidad de innovar. La gastronomía va más allá de comer; se trata de una actividad que tiene una historia y hace parte de la cultura.

Potaje de garbanzos con langostinos

 

Este potaje de garbanzos con langostinos es fácil de preparar y queda muy rico. Además de los ingredientes principales se prepara un majado a partir de un sofrito que es una auténtica delicia y que, además de dar sabor, espesa el caldo del potaje.



Ingredientes:


- 300 gr de garbanzos secos.
- 400 gr de langostinos crudos. 
- 2 hojas de laurel.
- 3 dientes de ajo para cocer los garbanzos y 2 dientes más para el sofrito.
- 2 rebanadas de pan
- 1/2 cebolla.
- 1/2 pimiento rojo.
- 1 cucharadita de postre de pimentón dulce.
- 150 gr de tomate triturado 
- 40 ml de vino blanco.
- Perejil para decorar.
- Aceite de oliva.
- Sal.


Preparación


Ponemos a remojo los garbanzos en un bol con agua (deben estar totalmente cubiertos) durante una noche entera o al menos 10-12 horas.

Descongelamos los langostinos si estaban congelados, lavamos bien y pelamos separando por un lado la cabeza y las cáscaras y por otro lado los cuerpos.

Ponemos las cabezas y las cáscaras en una olla con un poco de aceite de oliva y salteamos a fuego medio durante un par de minutos. Verás que cambian su color gris por el clásico color naranja de los langostinos ya cocinados.

Añadimos 1 litro de agua, subimos el fuego para que esté fuerte y cuando hierva bajamos la temperatura para que se mantenga suave pero siga borboteando, tapamos la olla y cocinamos durante 15 minutos. Pasado ese tiempo, apretamos con un cucharón o unas pinzas de cocina las cabezas para que suelten todo su jugo.

Colamos el caldo y lo ponemos en la olla en la que vamos a cocinar los garbanzos. No lo echamos todo, reservamos medio vaso (unos 100 ml) para utilizarlo después al triturar el sofrito. Ponemos el fuego alto para que esté hirviendo cuando echemos los garbanzos.

Escurrimos los garbanzos y los ponemos en la olla donde está el caldo de los langostinos, junto con tres dientes de ajo sin pelar y las dos hojas de laurel, y los cocemos hasta que queden tiernos. 

Mientras se cuecen los garbanzos pelamos los dos dientes de ajo para el sofrito y cortamos en rodajas finas.

En una sartén echamos un poco de aceite y la ponemos a fuego medio-bajo. Cuando esté caliente añadimos los ajos y cocinamos hasta que se doren por ambos lados. Reservamos aparte.

En ese mismo aceite cocinamos las rebanadas de pan de forma que queden doradas por ambos lados. Reservamos también.

Pelamos y picamos la cebolla finita y picamos también muy finito el pimiento rojo.

En esa misma sartén echamos un poco de aceite y cocinamos la cebolla y el pimiento rojo a fuego medio con un poco de sal hasta que estén tiernos y ligeramente dorados. Suelen tardar algo menos de 10 minutos.

Añadimos el tomate triturado junto con el pimentón y cocinamos todo junto 5 minutos más.
Subimos el fuego para que esté alto y echamos el vino blanco. Esperamos 2-3 minutos hasta que se evapore el alcohol.

Trituramos los ajos, las rebanadas de pan y el sofrito, todo junto, con el caldo que habíamos reservado. Conseguiremos una crema con un aspecto homogéneo y denso.

Cuando los garbanzos estén listos, retiramos  los ajos y las hojas de laurel y ponemos el fuego a temperatura media.

Cuando empiecen a hervir incorporamos el triturado que hemos preparado junto con sal ya que anteriormente a los garbanzos ni al caldo le habíamos echado. Cocinamos todo junto 5 minutos.

Añadimos los cuerpos pelados de los langostinos a la olla y apagamos el fuego ya que con el calor que queda se cocinarán perfectamente, tomando su característico color anaranjado.

Probamos por si necesitamos rectificar de sal.

Lavamos  el perejil, dejamos secar o secamos con papel de cocina y picamos para decorar los platos.
Servimos caliente

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